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Deje de ser jefe a los 47 años en búsqueda de llegar a ser un líder.

Alejandro Tovar
03 junio 2022 - 0 comentarios

Alejandro Tovar
03 junio 2022 - 0 comentarios

Compartiré en este artículo de manera breve el proceso que inicié unos meses antes de iniciar la pandemia y que encontró en el confinamiento obligatorio, el ambiente ideal para catalizar mi búsqueda y transformación como profesional.

En la adolescencia descubrí que tenía la facilidad de liderazgo, empecé a utilizarlo con la ignorancia de su significado y sin tener entendimiento de los alcances que las acciones de un líder pueden tener en la vida de los demás, de quienes son parte de esos grupos que dirige, así como de círculos cercanos a él; cabe anotar que en esa época eran pocos los referentes de liderazgo que existían en mi círculo social, y sin querer termine siguiendo a algunos de los pocos que conocí, que en realidad no eran los ejemplos a seguir, por lo menos así lo considero hoy.

Al iniciar mis primeras experiencias como emprendedor, siempre traté de enfocarme en ser el líder de mi equipo de trabajo y aunque siempre me llamaba la atención documentarme en temas de liderazgo motivacional como herramienta para influir positivamente en las organizaciones, no logre serlo y siempre terminaba de manera frustrante culpando al equipo por no seguirme y por no entender a su líder, sin darme cuenta que yo era el culpable, porque ni para mi mismo lograba ser un líder positivo.

Después de muchos años de emprendimiento y con varios equipos de trabajo liderados, llegó un momento de mi vida donde el profesional que había creado como jefe, líder, y emprendedor no encontraba claros los objetivos de lo que hacía, sentía que había dado enormes pasos errados y algo dentro de mí pidió detenerme; sin comprender lo que me estaba pasando, inicie un acto de contrición conmigo mismo; fue así que tome una decisión, de la cual me siento afortunado de haber tenido la posibilidad de tomarla: cerré casi toda mi operación profesional y comercial, me tomé un año para descansar y reflexionar, totalmente alejado de esa monotonía agobiante.

Al finalizar ese año sabático a inicio del año 2018 regresé a la ciudad, con el pensamiento de retomar nuevamente toda mi actividad profesional y comercial, convencido que esto sería fácil y rápido, pero esto no fue así, el haberme distanciado de mi profesión ocasionó una desactualización notoria en mi, esto lo empecé a evidenciar cuando al reunirme con antiguos y nuevos clientes corporativos, la conversación básicamente se hablaba en dos lenguajes, el de ellos en tiempo presente y el mío en tiempo pasado. Muchas variables habían cambiado en la ecuación del consumidor, las marcas y la forma de comunicarse, entre estas variables las acciones de marketing digital habían ganado muchísimo espacio dentro de las estrategias de los planes de marketing; sus métodos, procesos y herramientas estaban brindando unas facilidades y resultados eficientes a las acciones de btl o experiencia de marca.

Fue bastante desconcertante y frustrante ver que esa desactualización me hacía ver desacertado, fuera de contexto con la actualidad, con conceptos o ideas que poco le aportaban a los clientes; sentía como me chocaba de frente contra esa gran montaña de la realidad, que me recibía demostrándome lo pequeño que era, haciéndome entender que lo logrado anteriormente era algo del pasado, la falta de evolución profesional estaba generando la pérdida de mi valor profesional en el mercado. Fue una etapa bastante difícil, por más clientes que visitaba, o estrategias de acercamiento que realizaba, no lograba volver a ingresar como agencia al mercado de las grandes marcas.

Luego de unos meses de intentarlo una y otra vez, entendí que una de las profesiones más dinámicas que hay es el marketing, la cual esta en permanente transformación debido a su conexión directa con los cambios culturales, educativos, económicos, geográficos o psicológicos de la sociedad; sin embargo, no es la única profesión, son muchas las que evolucionan y se transforman de manera permanente, con cambios que pasan desapercibidos, escondidos detrás de nuestro día a día; y como profesionales debemos estar en permanente adaptación a estos cambios como parte de la actualización profesional, para mantenerse activo y atractivo en el mercado laboral; sino recordemos como los software, aplicaciones o los mismos sistemas operativos tienen unas actualizaciones que vienen cada determinado tiempo y con las cuales se optimiza su funcionamiento, corrigen algunos errores y brindan a la aplicaciones de nuevas amenazas. Y creo que así debemos ser nosotros o tal vez así lo somos y no nos damos cuenta; algunos hacen una mejor actualización y otros no tan eficientemente.

Fue durante esos días que viendo una serie de negocios que encontré en Netflix, la cual me llamó la atención entre muchas cosas, porque el personaje protagonista de la historia, era un emprendedor que había construido desde abajo a su organización y gran imperio empresarial, su disciplina y determinación ayudó a que la historia me atrapará. Con el pasar de los capítulos, encontré como los personajes claves de esa empresa y los de su competencia creaban sus estrategias personales o profesionales, estableciendo objetivos únicos, a los cuales permanecían fieles sin importar las vivencias o sucesos que fueran viviendo, eran capaces de distinguir las batallas que nada iban a aportar a su objetivo y las abandonan, todo su enfoque siempre estaba en cómo lograr su objetivo principal.

Toda la historia se desarrollaba en un sector comercial de muy alto nivel, donde diariamente se hacían negocios de millones de dólares, por lo cual quienes hacían parte de este mini universo empresarial eran de un perfil ejecutivo de muy alto nivel, de gran competitividad y grandes capacidades de liderazgo; en medio de todos ellos había una coach de fortalecimiento profesional, que era la encargada de tomar a estos perfiles tan únicos y en momentos de crisis los acompañaba, guiaba y mediante el trabajo en sus sesiones les  mostraba nuevamente el camino hacia sus objetivos principales, los regresaba a sus funciones totalmente renovados, mentalizados en ser ganadores, con la convicción plena en que serian capaces de ganar la batalla a la cual habían sido asignados.

Ver esto en la pantalla me impactó tanto puesto que yo hace algunos años era un vendedor con un nivel de ventas muy significativo, y en ese momento mis cifras eran muy bajas, por lo que me dije: “yo necesito potencializarme como esos vendedores”. Fue en ese momento que empecé la búsqueda de un coach con el perfil de quien había visto en la serie; consulté a varios profesionales del medio, pero talvez no les hacía comprender el perfil que buscaba o la ayuda que necesitaba, por lo que fue difícil encontrar ese coach, pero luego de una larga búsqueda encontré a una profesional que aceptó iniciar un proceso para llegar a ese objetivo.

Durante las primeras sesiones, me gusto la sinergia y empatía que sentí con ella, le deje claro mi objetivo de volver a ser un gran vendedor, cosa que en ese momento consideraba que ya no lo era. Empezó a trabajar en mi y cuando me empezó a sacar de mis zonas de confort experimente momentos desagradables, me llevó a conocer partes de mi esencia, de mi ser, de como me había construido como persona y como profesional, el por que mis comportamientos habituales provenían de momentos o experiencias del pasado; la verdad empecé a vivir una tormenta interna, no se como más describirla, fue un sinnúmero de sentimientos encontrados, veía como algunas justificaciones a mi forma de actuar se derrumbaron y muchas cosas más.

Todo lo que estaba viviendo me llevó a un disgusto con el proceso, aunque en realidad era un disgusto con lo que estaba encontrando en mi ser, esta fue la etapa más crítica del proceso, pero no la única. En esos días empecé a justificar mi disgusto con el proceso por no estar no estar avanzando a la velocidad que yo esperaba hacia mi objetivo final, no lograba entender por qué invertimos tanto tiempo en mi pasado; y el disgusto y frustración me llevó a perder confianza en el proceso y decidí abandonarlo después de varios meses de trabajo.

Fue después de mucho tiempo después que entendí que lo vivido en ese momento no era disgusto, era la frustración que me generaba el empezar a conocer quien en realidad era, no esa estrellita que veía al espejo; también comprendí como de manera involuntaria o inconsciente me negaba a aceptarlo y ante esto, busque la salida más fácil, la de abandonar el proceso y justificarlo de alguna manera.

Luego de esta crisis y abandono, empecé a vender algunos proyectos que ya eran significativos, esto me genero la necesidad de construir un equipo de trabajo para su ejecución, pero un día me di cuenta que estaba reaccionando con mi equipo, de la misma manera que anteriormente me había llevado a cometer errores con ellos y con mi empresa; ese día volvió a florecer esa decisión interna de querer hacer cambios como profesional, como persona y como líder, yo quería una mejor versión de sí mismo.

De inmediato tomé el celular y contacté a mi coach, le comenté que esta listo para retomar nuevamente ese proceso de transformación; fue otro momento de honestidad propia, de entender que para obtener eso tan grande debía hacer un gran sacrificio, ninguna gran meta se logra con poco esfuerzo. En ese recomienzo seguí conociendo más de mí, no todo era malo, porque también encontré muchas cualidades y hábitos muy valiosos con los cuales había obtenido grandes logros en la vida, pero necesitaba potencializar para obtener más de ellos, sin embargo también tenía como reto el de desaprender los malos hábitos, trabajar sobre mis defectos para transformarlos, así como aumentar la confianza y seguridad en mí mismo (en ese nuevo ser que estaba encontrando y construyendo).

Hoy veo mi proceso como algo muy curioso del ser humano, luego de afrontar toda esa tormenta que me genero salir de las zonas de confort, encontré una tranquilidad en mi ser como nunca en la vida la había sentido, encontré como ser más honesto conmigo mismo, en como darle continuidad mi proceso de reaprendizaje, de puesta en práctica de nuevos hábitos o comportamientos, nueva forma de afrontar los momentos de triunfo o los momentos de errores o fracasos, dejando atrás el pensamiento de “Es que asi soy y no hay nada que hacer”. Hoy entiendo porque debo enfocarme en seguir evolucionando esta nueva versión que sigo construyendo, en como debo potencializar todo lo positivo y lo negativo, lo que no me permite avanzar hacia mi objetivo, tengo que identificarlo, reconocerlo, trabajar para modificarlo y posteriormente monitorear permanente para asegurarme que estoy avanzando en el cambio, y si en algún momento encuentro que no lo estoy haciendo, tendré nuevamente que volver al ciclo de reaprendizaje.

Esto no será fácil, pero si quiero llegar a ser diferente, una versión mejorada de mí mismo, tendré que hacer cosas diferentes, se que no es un camino rápido, es y será bastante complejo, pero creo que es lo que me mantendrá competitivo, un profesional actualizado, un vendedor de proyectos con valor agregado para mis clientes, pero lo más importante un valor como persona.

Al final de este largo y gran camino recorrido, me permitió identificar que era un líder no tan positivo como lo pensaba, era un jefe conflictivo, un jefe que no sabía delegar, un jefe que no sabía confiar, un jefe que no era capaz de guiar en las curvas de aprendizaje ya que cuando alguien erraba, no les ayudaba a que ellos mismos buscaran las acciones a corregir para que nos les volviera a pasar, sino que simplemente llegaba a atacarlos, obteniendo equipos no triunfadores y frustrados.

Además, logre identificar un error mucho más grande, creo que, a causa de un egocentrismo negativo, de creerme más que los demás, por que pensaba que, si todos pensaran como yo, actuarán como yo frente a cada uno de las situaciones, problemas, acontecimientos diarios, sucesos, solicitudes de nuestros clientes, de nuestro proveedores y general a todo el entorno, tendría una organización mucho más efectiva y generaría mejores resultados. Desde un punto de vista objetivo, hoy me doy cuenta que quería una organización que fallará en todo lo que yo fallaba y que sólo acertamos en lo que yo acertaba; un pensamiento simplista, que me llevó a ser un jefe que buscaba que la organización fuera un reflejo de mi; muy contrario a lo que debe ser un líder de hoy en día.

Hace poco en un webinar, escuche a alguien a quien sigo y de quien me inspira su camino profesional, y decía lo siguiente: si los jefes entendiesen que con las acciones, reacciones, comentarios o forma de guiar a sus colabores, pueden destruir o construir el día de toda una familia, dejarían de ser jefes para convertirse en líderes.

Para terminar quiero dejar unas reflexiones finales: ser líder es aceptar que tengo que aprender más de los demás que ellos de mí, es aceptar que todos podemos fallar, pero cuando suceda tengo que dar las herramientas para identificar el por que sucedió y como de puede evitar en el futuro, que la función de líder no esta para los reconocimientos, esta para ser ese compañero que esta listo para colaborar a quien lo necesite, para enaltecer los logros cuando alguien del equipo la saca del estadio y entender que antes de tener colaboradores de trabajo, tenemos personas que tienen vida propia, familia, sentimientos, alegrías y tristezas, pero también lo más importante, sueños que no podemos destruir.

Ser líder es la responsabilidad más grande, y si tenemos el privilegio de estar a la cabeza de un equipo de trabajo, esforcémonos para no llegar a ser jefes.

 



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