Charlemos Bacano

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El valor de las buenas prácticas organizacionales.

Alejandro Tovar
10 agosto 2022 - 0 comentarios

Cuando las justificaciones le ganan al deber de respetar las normas, es cuando las sociedades aumentan sus problemas de convivencia.

En estos párrafos quiero compartir una hábito erróneo qué cometí durante muchos años y del cual la pandemia por alguna circunstancia, me hizo caer en cuenta de su grave falta. Llevo muchos siendo emprendedor, los primeros años son la segunda etapa más difícil (la primera es cuando nos atrevemos a dar un paso al vacío) y esto es por qué los recursos son limitados en todas las direcciones, cada decisión se debe tomar con la mayor cautela y mesura, sobre todo en el proceso de flujo de caja qué debe evitar caer en iliquidez, lo qué frena la operación del nuevo negocio.

Personalmente caí en un grave error al considerar qué una de las formas para minimizar los costos, era adquirir software sin licencia (pirata) suponiendo qué no afectaría notoriamente a las empresas propietarias de estos productos, pero sin darme cuenta el principal afectado era yo mismo, al caer en la costumbre del no respeto a las ideas de emprendedores, a sus derechos y toda la inversión realizada para desarrollar estos productos.

Lo más sorprendente fue qué al pasar de los años y cuando las empresas ya contaban con los recursos económicos para comprar la licencia, este accionar se convirtió en costumbre personal y al ser cabeza de mi propia empresa se lo termine transmitiendo, convirtiendola en una cultura organizacional de la cual nunca hice un esfuerzo significativo para cambiarla, siempre había una nueva justificación para seguir actualizando los programas con copias no licenciadas.

La pandemia casi extingue a mi empresa actual, alcanzamos a salir a flote sin muchas herramientas tangibles, pero los valores organizacionales y personales sí qué se nos crecieron, salí convencido qué tenía una gran oportunidad de hacer las cosas de mejor manera al pasado, hacerlas diferente, pensar diferente, entender la responsabilidad qué como empresario tengo con el mercado, con mis colaboradores y con la sociedad misma.

No podemos pedirle a nuestros colaboradores honestidad, cuando les damos programas no licenciados para hacer su trabajo, y eso era precisamente el ejemplo que anteriormente, daba, ya qué para mis áreas de diseño siempre contamos con todos los beneficios de la suite Adobe, para las tareas administrativas y de comunicación las herramientas de Office, para la protección del equipo diferentes antivirus, para el área contable tuvimos Helissa y todos estos productos sin licencia; recibía los beneficios de todas estas herramientas sin reconocer las ideas ni el trabajo de cientos de personas qué habían dedicado miles de horas en su desarrollo.

Asi qué decidi qué parte de la responsabilidad como marca es respetar eso, por qué cuando a uno como emprendedor le copian las ideas o las propuestas, y no no0s pagan por estas, a uno le duele y lo afecta operacionalmente, y si no me gusta qué me lo hagan, por qué lo voy a hacer yo?

Salimos de pandemia cuidando cada peso qué nos ha ingresado, pero hoy en día contamos con todas las licencias de todos los programas qué usamos, y cuando uno se acostumbra a pagarlos, a ser honestos con los demás y reconocer su trabajo, ya no cuesta, se empieza a reconocer como una inversión realizada y un ejemplo más qué uno da a su equipo de trabajo.

Mil disculpas a los propietarios y equipos de trabajo de Adobe, a Microsoft, a Helissa, a MaAfee y otros más qué se pasan en este momento, a la vez muchas gracias por desarrollar tan maravillosos productos.

Qué la costumbre no sea la regla para las malas prácticas organizacionales.

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